El maestro
Los alumnos de sexto grado, en una escuela de
Montevideo habían organizado un concurso de novelas.
Todos participaron.
Los jurados éramos tres. El maestro Oscar, puños
raídos, sueldo de fakir, más una alumna, representante de los autores, y yo.
En la ceremonia de la premiación, se prohibió la entrada de los padres y demás
adultos. Los jurados dimos lectura al acta, que destacaba los méritos de cada
uno de los trabajos. El concurso fue ganado por todos, y para cada premiado
hubo una ovación, una lluvia de serpentinas y una medallita donada por el
joyero del barrio.
Después, el maestro Oscar me dijo:
-Nos sentimos tan unidos que me dan ganas de
dejarlos a todos repetidores.
Y una de la alumnas, que había venido a la capital
desde un pueblo perdido en el campo, se quedó charlando conmigo. Me dijo que
ella, antes, no hablaba ni una palabra, y riendo me explicó que el problema era
que ahora no se podía callar. Y me dijo
que ella quería al maestro, lo quería muuuuuuuuuuucho, porque él le había
enseñado a perder el miedo de equivocarse.