domingo, 25 de marzo de 2012

Opinión personal.


Mal de escuela  me ha gustado porque es un libro que respira  honestidad. Daniel Pennac,  el autor, reflexiona sobre la figura del cancre, término francés que en castellano ha sido traducido por  zoquete ( significado aproximado y, posiblemente, el más acertado). Reproduce algunas de las conversaciones que mantuvo con Bernard, su hermano, cuando el libro era tan solo un propósito y decide, a partir de ellas, no escribir un ensayo sobre  educación sino un conjunto de pensamientos y experiencias sobre la figura del zoquete.
En apariencia, la escritura denota un cierto  desorden   y prudente  ingenuidad; pero es lúcida y directa. La historia se  basa  en la experiencia  personal del autor, tanto en su figura de antiguo zoquete como de profesor antes de dejarlo.
Su testimonio  se funda en que el zoquete transforma sus problemas de aprendizaje  autoexcluyéndose: con comportamientos disruptivos (llama la atención en clase, se hace el gracioso, inoportuna...)  y difíciles de entender para el profesorado que lo tiene en el aula. El profesor piensa que este alumno lo hace intencionadamente, lo cual, añadido al enfrentamiento diario que el profesor sostiene con padres y chicos que desprecian su labor, hace imposible su trabajo. Además,  la sociedad consumista no ha hecho más que agravar el problema favoreciendo que el esfuerzo y el trabajo, para conseguir un provecho, siendo éste menos deseable que el que puede conseguir en un centro comercial por ejemplo; se le exige en el colegio. Un chaval vestido con ropas de  marca de arriba abajo, ¿cómo comprende que la escuela no satisface caprichos, sino necesidades fundamentales, y éstas,  mediante  la  obligación, la responsabilidad, el compromiso...?  
Mal de escuela se lee con interés, tanto por lo ameno como por la intención de encontrar una respuesta al problema social de la educación. Bien es cierto que ésta no es la misma para cada alumno y para cada situación. Que la solución no es tan simple y que, seguramente, está en otro sitio. Pennac nos da alternativas y nos sugiere que  busquemos, que siempre  hay salida más allá de los métodos de enseñanza y de la didáctica. Sugiere el amor como clave y palabra a recuperar en la terminología  educativa.

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